La semana pasada tuvimos la oportunidad de construir un iglú en la sierra de Madrid con nuestros amigos de la asociación EDNYA, y aprovechamos para estudiar cómo funciona un iglú y si puede funcionar como una casa termo o pasiva.
Lo primero que hay que decir es que un iglú no se hace con bloques de hielo como en los dibujos animados, se construye con bloques de nieve más o menos compactada. Este detalle tiene mucho que ver en el comportamiento térmico de esta singular construcción ya que la nieve contiene en su estructura mucho aire y éste es el truco para que funcione como muy buen aislante.
El trabajo comienza con la extracción de esa nieve compactada de una cantera improvisada para extraer los bloques, los primeros más grandes para que soporten más peso y los del final más ligeros pero un poco más alargados para cubrir la parte superior del iglú pero sin aportar demasiado peso.
Un iglú se construye bajo el principio de falsa bóveda, reduciendo el diámetro de las diferentes hiladas de bloques a medida que vamos subiendo y apoyando una hilada sobre la anterior.
El resultado final es una construcción de forma abovedada y cerrada, con bloques de nieve que se han ido colocando unos sobre otros y sellando los huecos también con nieve, compactada in situ a mano.
En realidad los INUITS construyen sus iglús de mucho mayor tamaño sobre una plataforma excavada un poco por debajo de la cota del suelo y hacen la entrada a través de un pequeño túnel retirado del propio iglú y también un poco por debajo esa cota del suelo para evitar la entrada del aire exterior no deseado.
Pero ¿por qué un iglú puede resultar una construcción confortable en el hostil territorio ártico? No nos olvidemos que un iglú suele ser en la mayoría de los casos una construcción de emergencia a modo de refugio en periodos de caza, es decir, que un cazador Inuit que se iba de caza varios días y necesitaba un lugar donde refugiarse de las inclemencias del tiempo en esa latitud necesitaba un sitio donde descansar sin padecer ese clima tan extremo.
La construcción entre dos personas es sorprendentemente fácil de hacer y muy rápida, pero ¿cuál es el truco?. Pues el truco, como ya hemos apuntado antes, se encuentra primero en la cantidad de aire que contiene la nieve pero también en su composición a base de cristales que reflejan perfectamente la radiación térmica.
En un día muy ventoso y muy frío ya de entrada supone un buen refugio por el hecho de resguardarnos del viento, pero además cuando nos encontramos dentro del iglú el propio calor que radiamos nosotros se refleja en las paredes interiores y no se escapa, proporcionando una sensación de confort realmente increíble.
El calor que radia nuestro cuerpo, a 36º aproximadamente no se «escapa» a través de las paredes del iglú. Tampoco conseguimos que se caliente el interior pero si hacemos un pequeño fuego y cubrimos las paredes interiores con pieles (cuya temperatura es más parecida a la nuestra que la nieve, como hacen los Inuits) conseguiremos radiar menos contra una superficie más caliente y nuestra sensación térmica será muy superior.
Como se puede observar en esta termografía el iglú no deja escapar nada del calor radiante del interior producido por la gente que se encuentra en su interior.
Todo el calor producido por los cuerpos de las personas en el interior del iglú radia hacia fuera y rebota en las paredes aislantes reflectivas de la nieve quedándose en su interior, y como se puede observar no se escapa absolutamente nada de ese calor por ninguna rendija.
De hecho tras hacer unas mediciones con un termohigrómetro nos dimos cuenta que la temperatura del aire se estabiliza muy rápidamente entre 8º y 10º estando en el exterior mucho más fría, e igualmente la humedad relativa.
En cuanto el iglú se queda vacío no se aprecia calor alguno dentro, lo que quiere decir que su funcionamiento consiste primero en una barrera al viento y segundo en un magnífico aislante debido a la cantidad de aire contenido en la nieve y reflejando toda la radiación térmica que emiten nuestros cuerpos evitando que se escape al exterior.
¿Pero funciona igual que una casa termo o pasiva?
Una casa termo o pasiva, Passivhaus, se basa en que no dejamos escapar el calor interior por un muy buen aislamiento y no dejando entrar aire frío debido a la muy cuidada estanqueidad de las ventanas y puertas, entre otras cosas. Precisamente por eso tenemos que cuidar mucho la humedad interior y la calidad del aire.
En el caso del iglú hemos visto que el aislamiento funciona estupendamente, y el aire no se infiltra por ningún lado. Teniendo cuidado de dejar una entrada de aire controlado a través de una apertura por debajo del nivel del suelo evitando el fuerte viento y abriendo un pequeño agujero en la parte superior para que se renueve el aire interior en caso de pasar mucho tiempo o cocinar en su interior e incluso forrando el interior con grasa o pieles de focas, ¿no os parece que se parece sorprendentemente a una casa pasiva?
Siendo nosotros mismos la calefacción, la sensación térmica en el interior de un iglú puede llegar a ser mucho mejor que en una casa de nuestras ciudades muy mal aislada y con muchas infiltraciones de aire no deseado.
El truco está en un muy buen aislamiento para conseguir no radiar contra superficies frías a nuestro alrededor.
Aislando muy bien nuestras casas conseguiremos (además de amortizar económicamente la inversión en muy poco tiempo) un mayor CONFORT desde el primer momento, lo que hará que aumente también nuestra SALUD.
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